Atravesar los Pirineos, de mar a mar. Una idea muy simple. El año pasado quedé enamorado de esta prueba. Este año mi cuerpo me pidió repetirla.
Más de 1000 km con unos 25000 metros de desnivel positivo y con un tiempo máximo de 144 horas para completar el recorrido. Pero eso son solo números. Como cada año, Carlos Mazón, el organizador, cambia la ruta. Y no solo eso, cada uno de nosotros, cambiamos de un año a otro. Al menos eso he sentido. Esta edición ha sido especial. Ya conoces a gente del año anterior, y por raro que parezca, los percibo como verdaderos amigos. Como si esta pasión que compartimos nos pusiera en sintonía. Y lo mismo ocurre con la gente con la que compartes kilómetros por primera vez. De corazón os digo que nunca hago esto por el mero reto deportivo. Para mi la experiencia va más allá. Tantas cosas que no puedo expresar con mi limitada retórica. Lo importante queda dentro de uno mismo. Ver, sentir, oler, saborear y oír. Y hablando de oír, nunca uso música; me encanta tener los 5 sentidos en el presente. Aunque realmente son 7. Pero eso da para un libro. Un recuerdo difícil de describir en estas pocas líneas, pero que el hecho de escribirlas me hace revivirlo, salivar… Lo de saborear no era un adorno.
Ya conoces a gente del año anterior, y por raro que parezca, los percibo como verdaderos amigos. Como si esta pasión que compartimos nos pusiera en sintonía.
Más que una carrera. Así lo siento. Un viaje diferente para cada persona. Muchas historias que contadas una detrás de otra, no se parecerían nada más que en el inicio y el final. Y ni eso. Una experiencia individual, en la que mirar en tu interior, pero compartida con una comunidad muy especial, de la que formar parte es un regalo.
Un año más, podemos decir que hemos disfrutado al máximo. Y que, claramente. Intentaremos repetir la próxima edición.
Sergio Pulido (@ElViejoPull)
