Gravel Augusta con Juan Dual

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¿Conectar las ciudades de Barcelona y Valencia en bicicleta por un camino con tanta historia como es la romana Vía Augusta? ¿En un formato non-stop y en autosuficiencia en apenas 40 horas? ¿Por qué no? Y así es como nació la Gravel Augusta que los pasados 6 y 7 de mayo pudimos disfrutar en su segunda edición y con la que me estrené en la ultradistancia gravel con Geosmina.

Me llamo Juan Dual, estoy vacío por dentro y con esta breve memoria de lo que viví y sentí durante 39 horas a orillas del Mediterráneo me presento como parte del equipo Geosmina.

Has leído bien: estoy vacío por dentro y es que me faltan el colon, recto, estómago y vesícula biliar por una particular lucha contra el cáncer de la que ya os hablaré con un poco más de detalle más adelante, si se tercia, en otro post. Ahora vamos a centrarnos en el hecho de que, estando vacío por dentro, me meto en fregaos tan bonitos, intensos y duros como son los que ofrecen las carreras y eventos de ultradistancia.

Y es que el haberme enfrentado a la muerte en diferentes ocasiones me ha hecho sentirme vivo a lo grande y con ganas de empaparme de toda aquella aventura que pueda disfrutar. Además, gracias a estos viajes tan emocionantes puedo tener la oportunidad de motivar e inspirar a un montón de personas que lo están pasando mal con el puto cáncer.

¡Vamos al lío que si no, nos despistamos y no hablamos de bicis, viajes, paisajes y rodar! ¡Y comer! Comer mucho.

La salida de la Gravel Augusta se sitúa en Montjuïc, Barcelona y nos lleva a lo largo de uno de esos caminos históricos que ha vertebrado el Mediterráneo a lo largo de siglos, de milenios. Desde que los romanos empezaron a crear su gigantesco imperio.

Es una auténtica gozada sentirse parte de algo tan enorme, tan antiguo y tan importante, a base de golpes de pedal. Rodando cargado con las bolsas de sillín y de cuadro, suficientemente ligeros como para ir con la velocidad necesaria para completar el reto en el tiempo que se nos concede que no es otro que el de 38 horas para los 450 kms totales y con un desnivel de 4500 metros positivos.

Su recorrido nos lleva por zonas de viñedos que vienen cultivándose desde hace siglos para elaborar los famosos y conocidos vinos del Penedès, nos invita a rodar paralelos al mar por tramos de single track en los que estamos acompañados en todo momento del batir de las olas haciendo de la sensación de pedalear algo incluso más idílico.

También nos hace pasar por tramos de conocida dureza, porque no todo va a ser un paseo, como el tramo de red sands en el que hay que tirar de la máxima pericia o incluso echar pie a tierra para avanzar sobre una tierra que ha visto muchas cosas. Desde cuádrigas romanas a mercaderes de todo tipo y ahora, en esta Gravel Augusta, un buen puñado de ciclistas con ganas de aventura.

La subida al Desert de les Palmes nos permite tener una panorámica preciosa del recorrido, la costa Mediterránea que hemos ido recorriendo, si tenemos suerte y el día está despejado. Un recorrido que cuenta con un equilibrio cuidado entre zonas rodadoras, algunos puntos técnicos y que termina en la ciudad de València, cuna de la orxata.

Ciudad en la que nos esperará el equipo de la Gravel Augusta para darnos un caluroso abrazo, colgarnos la medalla como finishers de la prueba y felicitarnos por dejar un trocito de nuestra alma en un evento al que tanto cariño le han puesto.

Yo, en mi caso, llegué aún más vacío de lo que has leído al inicio de esta crónica. Pero no por ningún problema médico. Básicamente lo di todo, me vacié, como en cada prueba, para llegar a la línea de meta y seguir sorprendiéndome a mí mismo con la capacidad fantástica de un cuerpo que está cruzado por cicatrices pero que tiene muchas ganas de seguir aventurándose.

¡En breve os cuento cuál es la próxima! ¿Os parece?

¡Salud y kilómetros!

Juan Dual (@dualcillo)

#NoLoPienses