Confinamiento

Confinamiento

¿Quién iba a decir que lo experimentado en los caminos y en los montes iba a servir dentro de casa?. ¿Qué nos enseña el salir a viajar en bicicleta para pasar la cuarentena del COVID-19?

Hoy el calendario dice 37.

37 días de estar en casa.

Yo fui de las afortunadas que volvió a tiempo sin haberlo planeado. Las fechas de mi último viaje cuadraron para que el 11 de Marzo estuviese aterrizando en Madrid. Cancelando sobre la marcha una agenda que prometía mucho movimiento, decidí ir a refugiarme en uno de mis hogares en el mundo. El que nunca falla: A Coruña.

Una amiga me dijo nada más empezar el confinamiento: No te imagino a ti, que estás siempre de aquí para allá, obligada a estar en casa. Ojalá lo lleves bien.

Cierto es, que cuando tu casa es estar fuera. Quedarte mucho tiempo entre cuatro paredes es raro.

Aunque parezca que estos dos mundos: viajar en bicicleta y una cuarentena pueden ser espacios totalmente enfrentados, hay muchas similitudes o acciones que durante el viaje practicamos, por lo que no será novedad enfrentarse a algunas, para muchos, nuevas facetas.

Valorar las cosas simples:

Creo que ha sido de los primeros aprendizajes y junto a la buena salud, los mayores agradecimientos. Una nevera llena, agua caliente a gusto y piacere, cama, ropa, mil cachibaches. Muchas comodidades que cuando viajamos en bici no tenemos y que valoras y aprecias cuando las consigues de nuevo. En estos días, contar con todas esas comodidades nos tendría que hacer sentir dentro del grupo de los más privilegiados.

Convivir, esa bonita experiencia:

Lo sabemos porque si decides compartir ese viaje en bici, vas a estar 24h por día acompañado de esa otra persona. Para lo bueno y para lo mano. Distancias, ritmos diferentes, división de tareas. Nada que no se pueda implementar en una cuarentena en casa.

Echar de menos a la familia sin agobiarse:

No podemos ver a la gente que queremos, pero saber que están bien nos tranquiliza. Bastante parecido a los viajes, no porque no los podamos ver, sino porque saber que están bien nos ayuda a no sufrir esa “extrañitis” y así disfrutar aún más del viaje en bici.

La montaña rusa de emociones:

Así como un día de viaje en bici, un día de confinamiento es lo más parecido a una montaña rusa de emociones. Te levantas de una forma, algo pasa que te hace cambiar de humor, la compañía de ese momento lo vuelve a cambiar, y vuelves, después de unas horas, a tu estado natural. Las emociones son pasajeras y hace bien permitirte sentirlas y reconocerlas. Pero vamos a añadir que nada como pedalear por algún camino para relajar tensiones.

Nada es de vida o muerte, salvo la muerte:

Los viajes en bici te dan esa perspectiva de gravedad. Sabes que por mucho que se lie la historia, salvo que temas por tu vida, saldrás de esa y tarde o temprano encontrarás una solución. ¿Quién no ha pinchado en mitad de un camino temiendo no poder arreglarlo y pensando que se quedaría ahí tirado? La situación que estamos viviendo es incómoda, pero si tienes salud, tu familia se encuentra bien y tenéis un refugio cómodo donde estar estos días, no es nada grave, esto también va a pasar.

Todo va a salir bien:

O confías y aprendes a vivir con ella o se convierte en tu peor enemigo, os presento a la incertidumbre. Los viajes en bici te enseñan que hay cosas que se escapan de tu organización y que no podrás controlar por lo que será mejor pensar en positivo y confiar en que todo va a salir bien, en que encontrarás ese lugar idílico para dormir, que ningún perro te atacará por el camino y que si llueve o algo sucede tienes todas las herramientas y conocimientos para solventarlo. Traigamos esos grandes aprendizajes ruteros a estos días entre 4 paredes.

Vivir con poco:

También podría decir que es de las primeras cosas que aprendes en un viaje en bici. Si además vas con bolsas bikepacking ni te cuento. Lo mínimo y necesario y los por si acaso no entran. Y mira cómo estamos ahora. Hace más de un mes que no te compras nada nuevo, ¿y ha pasado algo realmente importante? Si llevas puesto el mismo pantalón y las mismas dos camisetas desde hace un mes. ¿Tú también piensas que fácil seria la vida si solo usáramos dos cosas? Son los días perfectos para darnos cuenta que vivimos con muchas más cosas que en realidad necesitamos.

Las personas somos buena gente:

Y lo corroboras cada vez que en un viaje en bici necesitas la ayuda de un vecino, o te encuentras a otro viajero en el camino. La mayoría de los casos son encuentros genuinos, buenos, agradables. Como tus vecinos, esos que ahora le hacen la compra a la del segundo, los que cosen mascarillas para otros, los que cocinan o compran de más para los que no tienen. Confiar tendría que ser nuestra primera reacción innata cuando nos encontramos con un desconocido.

Hola señor imprevistos:

Un viaje en bici sin imprevistos, no es un buen viaje con anécdotas para contar. No? Y aprender a lidiar con ellos es parte de los kilómetros pedaleados. Estos días igual, nada está establecido y aunque planeemos es posible que tengamos imprevistos que nos enfaden y cabreen. ¿y que solucionamos con eso? ¿No será mejor aceptarlos y así buscar soluciones inteligentes lo antes posible?

Aburrirse no es malo:

La de horas que habrás estado esperando por algo en algún país con un ritmo de vida más relajado y no ha pasado nada. Pasar tiempo con uno mismo, así como las 24h de un viaje en bici y las más de 6h de pedaleo diario, para pensar, meditar, aprender, hacer alguna actividad y también sí, también para aburrirse ¿Por qué no?

A lo mejor nunca os habíais parado a pensar que cantidad de cosas aprendidas y desarrolladas durante un viaje en bici iban a ser útiles a la hora de pasar una cuarentena en casa durante una emergencia sanitaria. A lo mejor es que nadie se imaginó que íbamos a pasar una cuarentena. Quién lo iba a pensar, claro.

 

Iria Prendes @SoyCicloviajera basado en los aprendizajes de Marta @becomingcoaching